Rivalidad entre hermanos

Alventus

La rivalidad entre Hermanos
¿Hay algo más bonito que tener un hijo? Tener dos… pero esto se puede convertir rápidamente en situaciones de conflicto entre ellos que llegan a desesperarnos.


Los problemas surgidos de la rivalidad entre hermanos son mucho más comunes de lo que imaginamos: «Las peleas entre ellos me vuelven loco»; «por separado son un encanto, pero en cuanto se juntan no paran de discutir»; «si uno tiene una cosa, el otro la quiere inmediatamente»… y seguro que se nos ocurren mil ejemplos más cómo estos.

Esta rivalidad, en general, surge por los celos. Estos celos nacen del deseo de cada niño por tener el amor único de sus padres, y, ¿por qué? Porque en los padres está todo lo que el niño necesita: amor, protección, alimento, cuidados… De esta manera, ¿cómo no puede ser una amenaza la presencia de otros hermanos? Un hermano significa menos tiempo para estar con los padres, menos atención, menos reconocimientos de los éxitos alcanzados y sobre todo, la sensación de que si los hermanos tienen más atenciones es porque lo merecen más.

¿Qué podemos hacer para contribuir a la buena relación entre nuestros hijos?

  • No hay que tratar a todos los hermanos por igual: Hay que tratar a cada uno individualizadamente en función de sus necesidades (no hay que darle el mismo número de cerezas a cada hermano, tenemos que darles las que necesitan para que no se queden con hambre)
  • Tenemos que evitar las comparaciones: Cuando hacemos comparaciones del tipo «tu hermano siempre tiene la habitación más ordenada y más limpia que tú«, podemos llegar a reacciones del tipo «Si no puedo ser el mejor de los mejores, seré el mejor de los peores», lo que significa que van a llamar la atención portándose mal ya que no pueden conseguirlo portándose bien
  • Dejar que los niños hablen de sus sentimientos y valorarlos: En ocasiones quitamos importancia a los sentimientos que nuestros hijos nos expresan, al verlo desde nuestra posición de adultos, o como estrategia de evitación del problema que nos plantea. De esta manera conseguiremos que nuestros hijos dejen de contarnos que les pasa. Ante la situación en la que nuestro hijo pequeño nos dice con tristeza «Mi hermano no quiere que vaya con sus amigos a jugar al fútbol» podemos reaccionar contestándole «no te preocupes, no es para ponerse triste, tú puedes jugar con tus amigos» o podemos decirle «No es agradable que a uno le dejen de lado ¿verdad?» Si contestamos de la segunda manera, el niño siente que valoramos sus sentimientos y que entendemos lo que le pasa, lo que ayudará a que siga expresando lo que siente facilitando la solución de los problemas.
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