Son muchos los estudios que hablan de las ventajas e inconvenientes de las actividades extraescolares, pero la mayoría de ellos no tienen una base científica que apoye estas informaciones; sólo se basan en experiencias personales.
La clave para saber si las actividades extraescolares son beneficiosas o no, está en que los padres, que son los que más conocen al pequeño, encuentren el equilibrio y presten atención a las señales que emite el niño. No todos los niños son iguales y, por ello, lo que resulta beneficioso para unos en otros puede tener efectos negativos.
La elección de la actividad apropiada se consigue observando los intereses que muestra el niño. Hay niños que muestran un gran interés por las actividades deportivas, otros por las artísticas…
La participación en contextos extraescolares es beneficiosa, ya que es una forma de socialización fuera de los agentes de socialización primarios (familia y escuela), también se relacionan entre iguales, favorece la tolerancia y la aceptación de otros puntos de vista, adquieren nuevos valores como competitividad, cooperación, respeto a los demás y también reglas básicas de comportamiento.
Pero esta participación es beneficiosa si el menor no da muestras de sobrecarga, por ello es muy importante la observación para comprobar si están disfrutando con las actividades que están realizando. También tenemos que tener en cuenta que no se tienen que convertir en una obligación: el niño tiene que divertirse y disfrutar con ellas porque, lo contrario, puede traer consecuencias negativas como sobrecarga, estrés, depresión, soledad…
Para que las actividades extraescolares tengan efectos positivos es necesario que sean los niños los que elijan la actividad, que lo hagan sin presión de los padres y que disfruten de lo que están haciendo.